jueves, 6 de diciembre de 2012

Ingresa en prisión el exdrogadicto al que el gobierno denegó el indulto

 
No es nuevo leer que las cárceles están demasiado pobladas de infractores de mínima y mediana gravedad y peligrosidad, generalmente más de procesados que de sentenciados. Sin embargo el concepto que se maneja en el común de las personas es que la cárcel es el lugar de los infractores.
Pero, en nuestros días se considera una buena noticia que se vayan a abrir nuevas prisiones, ya que aliviarán el gravísimo problema del hacinamiento en los centros carcelarios. A nadie en sus cabales se le ocurre insinuar la posibilidad de afrontar la situación reformando la máquina de fabricar presos. Ningún gobierno corre el riesgo de pasar por tolerante frente a ningún tipo de delincuencia.
En paralelo, cualquier grupo social organizado pretende siempre resolver sus problemas, básicamente, mediante la aplicación del Código Penal. No me refiero sólo a los casos más evidentes, como las víctimas del terrorismo o de la violencia de género. Es que ya no hay problema laboral, mercantil, medioambiental o sanitario que no pase por una querella criminal.
Paralelo a este panorama, los encierros - no parecen estar listos para contener delincuentes de grupos económicamente fuertes; tampoco la sociedad, está preparado para ello: en los casos de formas graves de delincuencia, de criminalidad organizada, delincuentes peligrosos por ejemplo, la respuesta carcelaria parece limitada. Se imponen los años de prisión que el delito permita y punto.
En contraste, las formas de reincidencia, habitualidad y profesionalidad, realmente sólo tocan a los delincuentes contra la propiedad de mínima y media gravedad.
Por otro lado los derechos básicos que les corresponden a los internos de un centro carcelario se le añaden un conjunto de derechos que surgen de la relación especial que se genera con el Estado como consecuencia de la privación de libertad.
Asimismo, podemos preguntarnos: ¿Existe el daño social? Y para quién existe. Existe para la sociedad en su conjunto como consecuencia de la mala aplicación de políticas económicas y sociales, porque el Estado tiene la obligación de cumplir con los ciudadanos lo atinente a los derechos adquiridos.
 
 
La cárcel como un "espacio sin ley"
¿Como enfrentar la problemática carcelaria? Es una buena pregunta, pero para ello podemos indicar algo inicial que nos puede señalar cual es el derrotero: "La cárcel es un indicador del tipo de sociedad y de Estado que tenemos. Ya decía Nelson Mandela que para saber realmente cómo es una nación hay que conocer sus cárceles, pues una sociedad no debe ser juzgada por el modo en que trata a sus ciudadanos de más alto rango, sino por la manera en la que trata a los de más abajo. Así, el considerar a las cárceles como depósitos de seres humanos, como ocurre en el Perú, a pesar de los esfuerzos que puedan poner las autoridades penitenciarias, dice muy poco de la calidad de nuestra nación. Sin embargo, la preocupación pública que el tema viene suscitando arroja luces de esperanza, que se intensifican cuando se hace el recuento de lo que se puede hacer para mejorar sustantivamente el sistema penitenciario peruano.

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